Julie Dogbadzi perdió su niñez porque su abuelo fue acusado de un robo. A los siete años, los padres de Julie la ofrendaron como "esposa de los dioses" a un sacerdote animista en la creencia de que esto repararía el honor y detendría una serie de infortunios familiares.
Julie Dogbadzi fue convertida así en una de las miles de esclavas de la trokosis, un sistema tradicional de religión y justicia practicado por algunos grupos étnicos africanos. Según esta costumbre, las familias entregan a niñas vírgenes a los sacerdotes para aplacar a las deidades por los crímenes cometidos por sus familiares, generalmente varones. La palabra trokosi significa "esposa de los dioses" en el lenguaje ewé.
Durante los catorce años que duró su cautiverio en el monasterio, Julie Dogbadzi trabajó duramente, sufrió hambre, tuvo vedado el acceso a la escuela y, a los 12 años, tuvo a su primer hijo, producto de una violación por parte del sacerdote del santuario, de 90 años.
Hoy, a los 27 años, aunque todavía es analfabeta, ella se encuentra a la vanguardia de una campaña para erradicar la costumbre de la trokosis, un ritual cuyo origen se pierde en el tiempo pero que comenzó a ser cuestionado en Ghana hace apenas una década, cuando el periodista Vincent Azumah abrió un áspero debate nacional al denunciar esta forma de esclavitud a la que son sometidas muchas niñas de su país, así como de Benín y Togo. Se calcula que en los tres países siguen cautivas más de 20.000 niñas.
Una vez que una niña es entregada a un sacerdote, ella se convierte en su propiedad. Hay dos categorías de niñas trokosis: las que pueden ser dejadas en libertad después de servir un número concreto de años (normalmente de tres a cinco) y las que se ofrecen de por vida. Si una niña muere o si el sacerdote se cansa de ella, la familia de ésta debe reemplazarla. Cuando se cometen crímenes serios, las familias renuncian a generaciones de niñas en expiación perpetua. Hay familias que siguen pagando con sus niñas culpas que ya nadie recuerda de parientes que ni siquiera conocen.
Aun cuando las niñas sean dejadas en libertad, de acuerdo a la tradición, se considera que estas mujeres están casadas con la deidad de por vida y puede que se les requiera prestar servicios en un santuario en cualquier momento después de su liberación. Difícilmente otro hombre se anime a desposar a una mujer que se casó con los dioses. Esto hace que muchas niñas trokosis prefieran vivir en concubinato con el sacerdote u otros hombres vinculados a los santuarios por el resto de sus vidas. Cuando un sacerdote muere, sus niñas pasan a manos de su sucesor
Julie Dogbadzi fue convertida así en una de las miles de esclavas de la trokosis, un sistema tradicional de religión y justicia practicado por algunos grupos étnicos africanos. Según esta costumbre, las familias entregan a niñas vírgenes a los sacerdotes para aplacar a las deidades por los crímenes cometidos por sus familiares, generalmente varones. La palabra trokosi significa "esposa de los dioses" en el lenguaje ewé.
Durante los catorce años que duró su cautiverio en el monasterio, Julie Dogbadzi trabajó duramente, sufrió hambre, tuvo vedado el acceso a la escuela y, a los 12 años, tuvo a su primer hijo, producto de una violación por parte del sacerdote del santuario, de 90 años.
Hoy, a los 27 años, aunque todavía es analfabeta, ella se encuentra a la vanguardia de una campaña para erradicar la costumbre de la trokosis, un ritual cuyo origen se pierde en el tiempo pero que comenzó a ser cuestionado en Ghana hace apenas una década, cuando el periodista Vincent Azumah abrió un áspero debate nacional al denunciar esta forma de esclavitud a la que son sometidas muchas niñas de su país, así como de Benín y Togo. Se calcula que en los tres países siguen cautivas más de 20.000 niñas.
Una vez que una niña es entregada a un sacerdote, ella se convierte en su propiedad. Hay dos categorías de niñas trokosis: las que pueden ser dejadas en libertad después de servir un número concreto de años (normalmente de tres a cinco) y las que se ofrecen de por vida. Si una niña muere o si el sacerdote se cansa de ella, la familia de ésta debe reemplazarla. Cuando se cometen crímenes serios, las familias renuncian a generaciones de niñas en expiación perpetua. Hay familias que siguen pagando con sus niñas culpas que ya nadie recuerda de parientes que ni siquiera conocen.
Aun cuando las niñas sean dejadas en libertad, de acuerdo a la tradición, se considera que estas mujeres están casadas con la deidad de por vida y puede que se les requiera prestar servicios en un santuario en cualquier momento después de su liberación. Difícilmente otro hombre se anime a desposar a una mujer que se casó con los dioses. Esto hace que muchas niñas trokosis prefieran vivir en concubinato con el sacerdote u otros hombres vinculados a los santuarios por el resto de sus vidas. Cuando un sacerdote muere, sus niñas pasan a manos de su sucesor
3 comentarios:
depronto como ke la globalización no suena mal, asi en todo el mundo tendrian el mismo concepto de ética y moral y no pasarían esas cosas. Por otra parte sería fome un mundo sin diversidad de culturas.
linda esta tu casa... linda!
nos vemos
rodrigo te espera
espero que estes bien...
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